martes, 31 de octubre de 2017

No hemos nacido

No hemos nacido.

No hemos nacido para estar solos, pero tampoco podemos estar con cualquiera. La vida no consiste en dejar pasar los meses o los años, la vida está hecha para vivir aquello que hace vibrar nuestra alma y latir nuestro corazón, haciéndonos saborear intensamente esos instantes en los que podemos afirmar que estamos en sintonía con nosotros mismos.
Este secreto que esconde la felicidad no es respetado por todo el mundo, es más, yo diría que son pocos los afortunados que siguen esta regla.
Entrar y salir de una relación después de otra, como una llave entra y sale de una cerradura, sin preguntarse nunca lo que buscamos o lo que nos haría felices, nos llevará con el tiempo a estar insatisfechos con lo que vivimos.
Pero lo peor, es no ser sincero consigo mismo y no haber resuelto los problemas en nuestro interior, intentando resolverlos y superarlos con la presencia de otra persona. Este error nos alejará de la realidad de lo que somos y de lo que necesitamos para sentir.
Pocas personas son aquello que estaban destinadas a ser, la mayor parte viven la vida como una obra de teatro donde recitan como actores principiantes. En ese teatro no hay necesidad de pensar, de enfrentarse, de preguntarse o de decir la verdad, lo importante es recitar bien la parte asignada para ser aceptados por los demás como nos gustaría. Para poder luego reconocernos en la opinión que los demás se han hecho sobre nosotros. No solo nuestra forma de vivir se vuelve falsa, sino también nuestra forma de sentir placer. Todo se vuelve falso y la mentira se transformará en el nuestro único escudo de protección.
Pero gustar a los demás no significa gustarse a sí mismo, del mismo modo que aparentar no significa ser, del mismo modo que tener no significa existir. No sabemos lo que hay detrás de esa realidad que nos construimos y, sin darnos cuenta, sentamos las bases de nuestra infelicidad, permaneciendo, para nosotros mismos, como auténticos desconocidos.
Buscamos el amor, buscamos la felicidad, buscamos dar un valor a nuestra vida, pero con nuestra actitud obtenemos totalmente lo contrario. Para estar en paz con nuestra conciencia culpamos a los demás de nuestros males y nos escondemos detrás de excusas y justificaciones que, al final, servirán solo para hacer que crezca la insatisfacción que tenemos hacía nosotros mismos.
Si queremos obtener algo de grande en la vida, tenemos que estar dispuestos a afrontar los problemas y las dificultades, el dolor y la soledad, que harán de nosotros una persona más grande, más intensa, más profunda.
Para amar hay que tener los requisitos que el amor requiere, la verdad, la lealtad, la honestidad, el coraje. Pero para ser amados hay que tener una profundidad de espíritu que haga entender a la otra persona que vale la pena arriesgar con nosotros para vivir algo bonito y verdadero. Porque nosotros sabremos estar a la altura de nuestras decisiones, porque nosotros viviremos según nuestras decisiones y no aplastados por nuestras necesidades, porque nosotros seremos coherentes con lo que decimos y pensamos.
Un hombre o una mujer no son aquello que son capaz de transmitir con sus presencia, que puede incluso esconderse tras una actitud falsa, sino que son el resultado de sus decisiones, de su modo de ser y de comportarse, de cómo enfrentan las responsabilidades y corrigen los propios errores, en definitiva, son el resultado de las propias acciones.
Hay individuos que viven los hechos que les suceden de una forma superficial y efímera, como si nada tuviera realmente importancia para ellos. Y mienten, y traicionan, para seguir hacia adelante, porque no conocen otra forma de vivir. Son esos pequeños parásitos que intentan coger siempre lo mejor de todos, y saltan como monos de una rama a otra sin darle valor a nada. Pero no saben lo que se pierden viviendo así, y cuánto daño se hacen a sí mismos con ese tipo de comportamiento, que los llevará a no poder superar sus limitaciones.
Siempre he pensado, y sigo pensándolo, que en la vida no se puede tenerlo todo, y no se puede tampoco hacerlo todo, del mismo modo que no se puede estar en dos lugares diferentes al mismo tiempo. En la vida se tiene que elegir, y la fuerza de una persona reside en el poder de esa elección, ya sea correcta o incorrecta. Se basa en la capacidad de ejercitar el propio libre albedrío, que es la expresión de la libertad individual. Significa cerrar algunas puertas para abrir otras. Se trata de decir que no a algunas personas para dar prioridad a quien nos importa. Se basa en el respeto que empleamos al defender las decisiones que hemos tomado, sin escondernos detrás de mezquinas excusas. Y donde no hay elección no hay nada, porque no existe el hombre, no existe el individuo. Existe solo la necesidad de la oportunidad, la debilidad, que une a los débiles. Existe el egoísmo de coger esa pequeña ventaja momentánea para darse placer a sí mismo, que en la vida no es nada y que nos llevará, con el tiempo, a no reconocernos.
En el amor, elegir a alguien quiere decir descubrir una vida diferente de la que hemos conocido hasta ese momento, e invitar a ese alguien a descubrir la nuestra.
Posicionarse de su parte para poder construir una barrera invisible que proteja lo que viviremos junto a esa persona. No se nos está permitido traicionar, ni con la palabra, ni con el pensamiento, porque con una acción de ese tipo nos traicionaríamos a nosotros mismos.
El amor, sin esa unión secreta, sin ese pacto del alma, sin ese respeto, sin esa complicidad, sin esa fuerza de voluntad que debemos emplear para defender y proteger lo que hemos elegido, incluso el amor más fantástico, más sublime, más intenso y pasional, con el tiempo se quiebra, se destruye, desaparece, porque no hemos sido capaces de construir nada, y no hemos sido capaces de sentar las bases importantes donde los grandes valores de la vida germinan.
Y el alma pregunta.

Se te gusta…COMPARTELO  con tus amigos en FACEBOOK y dale un “ME GUSTA” a mi página.

Facebook el alma pregunta

No hay comentarios:

Publicar un comentario